Intervenir sin fracturar

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  • El arte de la investigación en la cultura organizacional.

Por Pedro Ore*

En el mundo corporativo, la confianza es como el oxígeno: invisible, esencial y solo notamos su ausencia cuando ya estamos asfixiándonos. Sin embargo; incluso en las organizaciones con la cultura más robusta, donde el “Great Place to Work” no es solo un slogan, pueden crearse grietas en forma de deshonestidad. El reto es claro: ¿Cómo investigar sin que la organización termine convertida en un campo de batalla de sospechas y paranoia?

Enfrentar un caso de fraude, robo de información o conflicto de intereses es un ejercicio de precisión. Un investigador corporativo debe parecerse más a un cirujano que a un leñador. Mientras el leñador ataca con fuerza y corta indiscriminadamente, el cirujano disecciona con pulcritud, eliminando solo lo que daña sin afectar lo saludable. La pregunta es: ¿Nuestras investigaciones son “bisturí” o “hacha”?

Según la “Association of Certified Fraud Examiners (ACFE)”, el 5% de los ingresos corporativos se pierde anualmente por fraudes internos, un dato alarmante que justifica cualquier esfuerzo por identificar riesgos. Sin embargo; otro estudio de “Harvard Business Review” señala que, en empresas con culturas de alta confianza, los empleados son un 50% más productivos y tienen 76% más compromiso. Esto significa que una mala gestión de las investigaciones podría acabar costando más de lo que pretendemos recuperar.

Los procesos de investigación mal gestionados generan efectos secundarios peores que el problema original. La clave es aplicar lo que llamaremos transparencia estratégica: ser abiertos sobre los valores que guían la investigación, pero sin exponer innecesariamente la dinámica interna. Debido a esto debemos tener en cuenta las siguientes premisas:

  1. No convertir la sospecha en clima laboral: La peor estrategia es hacer sentir a todos como posibles delincuentes. Si la investigación se filtra o se maneja con secretismo excesivo, el rumor se vuelve un virus organizacional. La comunicación clara sobre las políticas y procedimientos evita el miedo irracional.
  • Tratamiento quirúrgico de la información: No todo dato es relevante, no toda conversación es útil y no toda evidencia es definitiva. La tentación de hacer “barridos masivos” de información solo genera pánico. Más vale una prueba concreta que cien hipótesis.
  • Entrevistas con método, no con martillo: Los entrevistados no son enemigos en un interrogatorio policial. Preguntas bien diseñadas, lenguaje neutral y un enfoque de curiosidad genuina son más efectivos que la presión agresiva. Un testimonio obtenido por miedo es poco confiable y perjudicial para el ambiente laboral.
  • Restaurar, no solo sancionar: No toda falta es un caso perdido. Las mejores organizaciones tienen protocolos no solo para castigar, sino también para redirigir. En ciertos casos, medidas correctivas pueden ser más valiosas que una simple terminación laboral.

El equipo de seguridad corporativa debe ser visto como guardianes de la integridad y no como agentes de persecución. La confianza se construye cuando la gente percibe que la seguridad protege y no ataca. El éxito de una investigación no está solo en descubrir la verdad, sino en garantizar que el proceso no desmorone la cultura organizacional.

Si queremos empresas en las que las personas trabajen con orgullo y sin temor, la seguridad debe ser parte de la solución y no del problema. La verdadera habilidad en las investigaciones corporativas no está en encontrar culpables, sino en encontrar la verdad sin que la empresa se rompa en el intento.

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Pedro Oré. Perú. Miembro de Asís Internacional. Oficial Certificado de Protección – CPO. Oficial Certificado en Investigaciones – CIO. Máster in Business Administration. Máster en Gestión y Dirección de Equipos. Profesional en Administración de Negocios Internacionales. Oficial de Mar de la Marina de Guerra del Perú (r).

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